sábado, 10 de abril de 2010

El desenlace.

- Si, por lo que parece el disparo ha penetrado directamente en el cerebro de la víctima y le ha causado la muerte en el acto -dijo el ATS a Elena, que no articulaba palabra -¿está segura de que se encuentra bien?
- No se preocupe por mí, estoy bien -dijo entre sollozos.
- No lo parece, señorita. Mi trabajo es hacer que usted se encuentre en el mejor estado posible.
- Ahora mismo no creo que pueda hacer usted mucho por mí...
- Tengo unos relajantes en el maletín -dijo, abriéndo una caja que contenía todo tipo de medicamentos.
- ¿Cree usted que un simple relajante podrá quitarme la tensión que ahora mismo tengo?
- Cierto, iré a por algo de Metildiazepinona. Espere aquí.

Dos técnicos de ambulancia se llevaban el cuerpo mientras la policía seguía recopilando datos de lo acontecido aquella noche en la casa de David. Elena yacía sentada en el sillón, cubierta por una manta y bebiéndose un café después de la escena que acababa de vivir. El médico que la atendió bajó junto con el cuerpo cubierto a por los medicamentos.

- ¿Por qué ha tenido que terminar esto así? -dijo Elena en alto, sin intención de dirigirse a nadie. Era como pensar en alto- ¿Por qué se ha tenido que derramar sangre? ¿Por qué se ha tenido que derramar su sangre? Todo se puede solucionar hablando, joder, ¿por qué cojones tienen que terminarse las movidas de este modo? Dios, jamás entenderé nada. ¿Está la gente de nuestro tiempo loca? Lo que se puede llegar a hacer por cosas tan simples como celos, malentendidos...
- ¿Te soy sincero? Yo sería capaz de matar por amor -dijo David, sentándose al lado de Elena -Y si es por tí, no hay problema.
- Pensé que te mataría, mi amor... Pensé que te perdería para siempre...
- ¿Ese? No tenía ni el arma cargada. Según me ha contado la policía, y según han mirado en los informes de importación del arma, se gastó una pasta en comprar la pistola, pero fue tan idiota que no trajo balas. Sólo la usaba para intimidar.
- Es un alivio saber eso...
- ¿Cómo demonios ocurrió?
- Tu no estabas atento -dijo entre risas Elena- me encantó tu ataque contra él, pero yo tenía mejores cosas que hacer. Cuando comenzaste a hablar con Axel yo hice la llamada pertinente a Alicia. Recé para que estuviese cerca, y fue tal la casualidad que se estaba acercando a casa para vernos. Quité un poco el mueble y ella subió justo cuando te puso la pistola en la cabeza.
- ¿De dónde sacó ella la pistola?
- Siempre la ha tenido. Su padre era policía, y es lo único que guarda de él.
- Bueno, lo malo es ahora su pequeña condena...
- No te creas -dijo Elena, algo sonriente- la usó en "defensa propia". Le caerá una multa y listo.

Y pasaron los días. Elena y David comenzaron a hacer una vida normal en casa de éste. David volvió al trabajo, y a los pocos meses fue ascendido por lograr grandes méritos en muy poco tiempo. Elena comenzó un curso de Secretariado para ayudar a su pareja en las gestiones. Alicia, tras pasar unos meses en prisión, comenzó a estudiar para labrarse un futuro mejor que el tráfico de drogas.

Y con esta estampa de buenos tiempos, David le pidió matrimonio a Elena. Era de esperar, ¿no? Pero lo ocurrido en la boda lo dejo a vuestra imaginación. Porque hay alguien a quien no he mencionado en este final. Alguien a quien si le rompieron el corazón. Una persona cuyo corazón murió con Axel, y que clamará venganza. ¿Cómo? Bueno, Soraya era retorcida. Nunca se sabe...

jueves, 4 de marzo de 2010

11. No me hagas esto... (Part II)


- Mierda... Venimos una sola vez aquí y tenemos que coincidir... -David ya estaba cubriendo de cualquier peligro a Elena, la cual miraba a la puerta desde la espalda de su pareja.
- Y ya iba a dejar de venir pensando que os habíais mudado... -Axel jugueteaba con una navaja entre sus manos- Qué sorpresa encontraros aquí, y en una escena tan tierna... Ciertamente estoy conmovido.

A su paso, Axel cerró la puerta y puso el mueble de la entrada de tal forma que la salida estuviese bloqueada. El nuevo e indeseable visitante entró con un paso que parecía casi un baile, y tarareaba una canción muy alegre.

- ¿Qué coño quieres? -dijo Elena, de forma muy agresiva- lárgate antes de que te ocurra algo malo.
- Querida Elena, deberías mantener la boca cerrada. Estas en clara desventaja...
- Es un dos contra uno, hijo de puta -reprochó Elena entre risas.
- Dos personas desarmadas contra una armada.
- Un cuchillo no te será suficiente para hacernos algo, cabronazo -espetó David, sonriendo.
- ¿Esta? No, realmente el cuchillo era para hacer ganzúa en la puerta. No es mi arma.

De su americana roja sacó una pistola de gran calibre y de color dorado brillante. En el cerrojo estaban grabados unos tribales negros y en el grip del mango unas letras también doradas mostraban su nombre. David y Elena fueron retrasando su posición hasta el salón mientras Axel continuaba con su animada danza y acariciando su pistola.

- Desert Eagle del calibre 50, bañada en oro de 24 kilates, completamente personalizada... Rozando los 7000€. Me da pena usar esta joya para matar, pero es que sólo tenerla te incita a usarla... ¿A que es preciosa?
- ¿No tienes suficiente valor para...?
- ¡Espera! -Axel gritó a David cortando su acusación. Tras eso, sacó de su otro bolsillo un tubo dorado y largo el cual atornilló a la boquilla de su pistola. - Se me había olvidado poner el silenciador. No quiero despertar a los vecinos con el rugido de esta bestia. Ellos no tienen la culpa de nada.
- ¡Nosotros tampoco! Ella se suicidó, gilipollas -Elena gritaba a Axel con todas sus fuerzas, y éste dirigió el cañón de su arma a la cabeza de la joven.
- No se suicidó. Yo sé que no fue así. Tu novio la mató.
- Ella vino borracha a mi casa, yo no tengo la culpa de que fuese una puta yonki -David se puso en la trayectoria del cañón del arma de Axel.
¡Tú! -espetó Axel, furioso, colocando el final de su cañón en la frente de David- Nunca apreciaste lo que Gina te ofrecía. Nunca le preguntaste sus verdaderas necesidades.
- ¿Y tu si, Axel? -David miró fijamente a su rival, el cual apretó con más fuerza el arma en su cabeza
- Yo la amaba, imbécil. Todo eso viene incluido en lo que siento.
- Y dime una cosa, Axel. ¿Ella te quería a tí?
- Pues... -dudó un momento antes de responder, pero volvió a presionar el cañón de la pistola contra David- Claro que sí. Por eso se vino conmigo.
- Y te pidió una venganza contra mí...
- Porque te la mereces, hijo de perra.
- ¿Acaso ella te hablaba de otra cosa? -preguntó David sonriendo.
- ¿A qué te refieres? -Axel bajó su arma. Seguía apuntando a David, pero no tenía el tono amenazante de antes.
- Seguro que cada día te preguntaba alguna forma de joderme o contaba alguna anécdota, ya sea buena o mala, sobre su relación conmigo.
- ¿Y eso qué tiene que ver, bastardo?
- Vamos, alguien con tanta clase como tú engañado por una donnadie como Gina...
- Cállate, tú no tienes ni idea -unas lágrimas brotaban de los ojos de Axel, el cual amenazaba de nuevo con su arma a David.
- Venga, dime que es mentira. Se aprovechó de tí, Axel, y sigue haciéndolo incluso desde la tumba.
- ¡No te permito que hables así de mi mujer!
- Eso si que es tierno... -ahora David rodeaba a Axel, mirándole intimidatoriamente, mientras éste seguía apuntándole tembloroso- Os ibais a casar. ¿Pero sabes lo más gracioso? Que de los matrimonios vienen los divorcios, y de los divorcios las divisiones de bienes. Se quedaría con todo, y verías como tus planes eran castillos en el aire.
- Ella jamás me haría eso... Me quería...
- Y a mí también, Axel. Te engañó, tal y como me engañó a mí. Somos víctimas de un mismo mal...
- No creas que la mierda que expulsas por la boca me afecta, cabronazo.
- Tío, estás llorando...
- ¡SIENTATE EN EL SILLÓN Y CIERRA LA PUTA BOCA!

David, siguiendo las órdenes del indeseable visitante, se sentó en el sillón y miró al suelo. En él encontró un CD que se había caido del bolsillo de Axel, porque era su cara la que salía en la carátula. Cuando éste no estaba atento, David cogió el CD y lo puso en su reproductor. Con un sonido envolvente comenzó la primera canción, que era una balada sobre el dolor de la pérdida de alguien especial. Axel, el cual volvió a colocar la pistola en la sien de David en cuanto le vio de pie, rompió a llorar desconsoladamente. Como era de esperar, esa canción se la había dedicado a Gina.

- Axel, hazte a la idea de que ella no era lo que esperabas...
- Ella me quería, David. Ella me quería...
- No. Tú la querías, pero tu no eras más que su marioneta.
- Mi amor... -dijo Axel, con el dedo en el gatillo y el cañón del arma apuntando a la sien de David- esto lo hago por tí.



Y el disparo del arma sonó por encima de la música de fondo.

lunes, 22 de febrero de 2010

10. No me hagas esto... (Part I)


David, después de ir al garito de siempre, volvió a su propia casa. El peligro de la vuelta de Axel ya no le preocupaba, sólo quería volver a su hogar y a su vida normal, y pensar que nada de lo ocurrido era cierto. La imagen de Elena recorría su mente, y la recreación propia de los hechos le envolvía. Pero sólo era una imagen poco nítida de una historia que, para su gusto, no era cierta.

Llegó a su vieja casa diez minutos después de salir del local. Sin siquiera cerrar la puerta la observó de nuevo después de tanto tiempo: Toda ella estaba recogida, e incluso aún había algo de comida en la nevera y de bebida en el minibar. Pero a David no le importaba eso. Se dirigió a su armario y de él sacó su ordenador portátil personal. El correo era imposible de leer, ya que la abarrotada bandeja de entrada estaba llena de correo publicitario. Al depurarlo descubrió los pocos mails de los compañeros de trabajo preguntando por él y por su paradero. El último fue mandado hacía unas horas, y era de su jefe, con el cual tenía una buena relación.

David, no sé lo que te ocurre. Puede que me odies por lo del despido, pero no fue por tus faltas sin justificar. Quizá necesites mucho tiempo para volver, por eso te despedí. Así no tienes la preocupación de la oficina durante ese tiempo. Quiero que sepas que las puertas de esta empresa están abiertas para tí.

Recupérate pronto.

Las lágrimas poblaron los ojos de David. Estaba tan concentrado en la lectura de los mensajes que no se percató de lo que salía de la habitación. Una figura emergió de la oscuridad del dormitorio principal y se dirigió hacia David lentamente...

- Sabía que te encontraría aquí.

Con un sobresalto, David se alejó todo lo que pudo de la figura casi espectral que le atacó por detrás. El ordenador se hizo añicos contra el suelo y los nervios del joven le hicieron hiperventilar.
Y allí estaba, hablando con tranquilidad y parsimonia, aunque sus ojos delataban bastantes horas de lloros sin consuelo. Elena miraba a David con un rostro casi muerto. No había expresión alguna en él.

- ¿No tenías un trabajo pendiente, Elena? -dijo David, levantándose del suelo y recuperando el aliento- ve y termina tu empresa.
- ¿Eres idiota? -repuso Elena, acercándose a lo que quedaba del ordenador para recogerlo- ¿No te he dicho que no trabajo más para él?
- Yo ya no me creo nada.
- ¿Qué coño ocurre, David? -dijo Elena, levantándose del suelo con los pedazos de la pantalla en la mano.
- Simplemente ya no sé qué creer. ¿No era esto una venganza de Gina...?
- Joder, reacciona. Axel me quiere matar, y yo te necesito...
- ¿Para qué? ¿Para sacar varios cientos de miles?
- ¡Para pasar toda mi puta vida con alguien que me quiera! -llorando descontroladamente, Elena gritaba a David, que se fue a la cocina sin siquiera mirarla.
- Lo siento, Elena. Como ya dijiste, esperaríamos a saber cómo termina esto. Pues bien, esto termina aquí. Sólo has sido un problema para mí. Desde que llegaste a mi vida todo ha sido un declive. Me despidieron, dejé de ver a mis compañeros de trabajo y amigos en general, he perdido montones de pasta y ahora tengo un tío loco deseando matarme. ¿He sacado algo bueno? Horas de sexo desenfrenado y de secretos ahora revelados.
- David... -casi sin respiración, Elena se desmayó.

Al verla caer, David se lanzó a por ella saltando sobre el sillón para soccorrerla. Levantó a Elena en volandas y la llevó a la cama. Tras largos minutos de angustia, la joven despertó. Miró a David, sentado a su lado, y tomó su mano, la cual puso en su pecho.

- Eres mi vida, David. No me hagas esto...
- Yo... Espera, ¿qué es esto? -David se fijó en algo que brillaba en el el cuello de Elena. La luz de la luna brillaba en el corazón de oro con diamantes que iba a regalar a Gina, que tenía grabada una "D" en vez de la fecha que antes mostraba. David quedó perplejo ante este hallazgo.
- Me lo llevé para venderlo cuando aún estaba con el plan para, además de sacar algo de dinero, hacerte olvidar a esa sucia perra. Pero preferí poner tu inicial para, aunque fuese algo muy simbólico, tener algo tuyo en mi corazón. Pero bueno, es tuyo. Puedes quedártelo, si lo deseas.

Hubo un largo silencio. Elena seguía tumbada, sollozando, y David estaba sentado al pie de la cama mirando al suelo. Se levantó y, como cada noche, se asomó por la ventana. Hacía mucho que no veía esa perspectiva de la ciudad.

- Me marcho, David -dijo Elena, algo más serena y tranquila- porque comprendo tu punto de vista. Si no quieres volver a verme más, tranquilo. Trataré de no acercarme por este lugar -el final de la frase fue casi el inicio de un nuevo sollozo silencioso.

Elena recogió las pocas cosas que le quedaban en la casa. David seguía mirando por la ventana, y ni miró cuando la joven se dirigió a la puerta para marcharse.

- Espera -dijo David, agarrando del brazo a Elena mientras ella sostenía el pomo de la puerta para salir.
- ¿Me he olvidado algo? -preguntó Elena, secándose las lágrimas con la manga de la chaqueta.
- Ven, por favor -dijo David, tirando del brazo de Elena hacia sí.
- ¿Dónde?

David tiró del brazo de Elena y la abrazó. Este gesto fue correspondido inmediatamente. Durante mucho tiempo, la pareja se fundió en un tierno abrazo que parecía interminable. El llanto de Elena ahora era de alegría.

- Lo siento muchísimo -soltó David, rompiendo la magia del momento- Me he comportado como un idiota. Eres lo más importante de mi vida y casi te dejo marchar. No me lo perdonaré jamás...
- Si hay que pedir perdón, yo lo pido por todo a lo que mi pasado concierne. No me ví capaz de hacerte algo tan horrible...
- Olvidemos al pasado -dijo con una sonrisa David- tenemos un presente que vivir y un futuro por escribir. Y pienso hacerlo a tu lado.

- Te amo, David.
- Te amo, Elena.

- Oh, estoy conmovido -dijo, haciéndo un aplauso sarcástico, una voz desde la puerta de entrada abierta de par en par- Creo que voy a llorar...

domingo, 31 de enero de 2010

9. ¿Qué novia? (Part II)


Empezaré por el principio de todo. Elena es el principio de todo. Ella conoció a Axel hace muchísimo tiempo. Eran compinches, trabajaban con los clientes de la asesora de imagen de Axel y sus asociados. Sacaban muchísimo dinero. El lo ahorraba, porque vivía (y sigue viviendo) con sus padres, y ella se lo gastaba con su entonces novio, Víctor. Éste la dejó, y ella se quedó casi moribunda. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Axel no trabajaba con ella, sino que la utilizaba, pero eso fue más adelante.

El muy gilipollas no solo utilizaba a Elena, sino que también había reclutado a más gente. Lo que comenzó siendo un negocio de Elena terminó siendo un monopolio de Axel: Contactos con grandes empresas y empresarios por sus clientes, dinero extra con las “operaciones” de Elena, acceso a fama y lujos por Soraya… Lo tenía todo, pero quería llegar a límites extremos. Unos límites que solo se alcanzan con las drogas. Es aquí donde yo aparezco. Mi historia es mucho más larga, pero no es lo que nos concierne ahora. Solo importa lo que yo le proporcionaba, y eran drogas y mi absoluto y completo amor. Pero el cabronazo prefería solo la parte del sexo, igual que con Soraya. Elena tenía novio, y tampoco le interesaba Axel, aunque eso no quita que él no lo intentase.

Es aquí cuando empieza la parte que puede… afectarte. Elena no contó este detalle, no porque no fuese relevante como dijo, sino porque tu historia comienza aquí. Axel encontró el verdadero amor en una chica que tenía novio. Mucho tiempo de romance secreto hasta que ella dejo a dicho novio por Axel. ¿Lo duro del asunto? Que dicha novia quería venganza contra su ex, y se lo pidió a Axel. Éste contactó con un amigo suyo, el cual le dijo el puesto que ocupaba en la empresa el entonces ex-novio de esa cerda.

- David, puede sonarte rarísimo y que no tenga sentido…
- No puede ser… Esto si que no puede ser… -David lloraba silenciosamente.
- Tanto a Elena, como a Soraya, como a mí, la zorra de Gina nos parecía odiosa.
- ¿Quieres decirme que toda mi vida ha sido un engaño?
- No, David. No tienes culpa de nada.
- ¿Y por qué demonios no me enteré de nada?
- Gina decía que eras demasiado sentimental, y que si alguien como Elena atacaba directamente en tu punto más débil… Era una venganza perfecta. Pero déjame terminar, por favor.

A Elena no le hacía ninguna gracia, pero la cifra que tus cuentas ofrecían era demasiado suculenta. Era poco el tiempo que separaba a Elena de su ruptura con Víctor, y estaba muy débil. Ese fue uno de los motivos para seguir de cerca el progreso. Es más, Axel trataba de darle su “amor” para que ella no se sintiese necesitada del que tú le pudieses dar, pero algo ocurrió. Un día, sin más, vino a mí corriendo y llorando. Ya había pasado muchísimo tiempo y pensamos que se había largado con el dinero. Pero me contó lo que Soraya y yo nos temíamos: Se había enamorado, del todo. Lloraba porque Axel acabaría con ella o contigo si se enteraba, y no sabia como ocultarlo. Aunque fue demasiado tarde, porque Axel estaba escuchándonos. Se dirigió a tu casa, y estuvo allí hasta que recibió la llamada del hospital confirmándole la muerte de Gina. Solo pretendía darte un escarmiento y sacar el dinero definitivamente, pero cuando supo donde había muerto su futura esposa deseó matarte.

- Y creo que ya conoces el resto de la historia –dijo Alicia, terminando su copa.
- Increíble… -dijo David, mirando su vaso.
- David, ella te quiere, y supongo que tú también la quieres a ella. ¿Qué más dará el pasado?
- Todo esto es tan…
- Elena me dijo que estás raro. Yo sé que se debía a todas tus preguntas internas. Pues bien, ya está todo solucionado.
- No estoy seguro de que Elena me quiera. Esto puede ser cosa de vuestro extraño juego.

Y tras decir esto, David se levantó y se marchó. Alicia quiso seguirle, pero se detuvo. Prefirió sentarse y pedir otro Manhattan. Solo una persona era capaz de hacerle ver la realidad.

martes, 26 de enero de 2010

8. ¿Qué novia? (Part I)


-...Y entonces se llevó toda mi mercancía y me dejó ahí tirada- Alicia recordaba la escena mientras veía las fotos en la cámara de David.
- No te preocupes, cariño. Ya estás a salvo -Elena abrazaba a Alicia para tranquilizarla después de su trágico episodio.

David volvió de la cocina con una bandeja llena de comida y una taza de café que puso en la mesa frente a Alicia. Esta rehusó al principio, pero luego comenzó a comer poco a poco.

- Elena no quería que me acercase a Axel -dijo David- y yo la prometí que no me acercaría. Por eso, desde la acera de enfrente, hice fotos a lo sucedido.
- ¿Cómo sabías que estaría ahí? -preguntó Alicia con curiosidad y la boca llena.
- No lo sabía. Elena me dijo dónde solías quedar con Axel y me dio una vaga descripción tuya. Esperé desde las seis de la tarde, y cuando perdí la esperanza de veros, a eso de las nueve y media, aparecistes. Aunque ese hijo de perra se hizo esperar un poco más...
- Axel no era así... Desde que murió su novia nos trata a todas como a perras... -Alicia dejó de comer y miró a Elena, la cual estaba sorprendida.
- ¿Ha muerto esa zorra? -preguntó Elena, mirando de reojo a David.
- Si, además hace muy poco...
- ¿Qué novia? -preguntó David, algo distraido- Eso no me lo habías contado, Elena.
- Tampoco pensé que ella tuviese mucha relevancia en todo esto. Fue la última en aparecr, pero Axel estaba muy ñoño con ella. Cuando estaba conmigo no hacía otra cosa que hablar de esa furcia. Es más, tenían ya planes de boda...
- ¿Pero no se conocían de poco tiempo?
- Menos de un año -dijo Alicia- y ya lo tenían todo organizado. Axel es poco expresivo y no se lo notamos al principio, pero luego se lo contó a Soraya y ella me llamó super animada dándome la noticia. Piensa que por la muerte de esa gilipollas ella es la candidata principal para conquistar el corazón de Axel. Lo gracioso es que ese monstruo no tiene de eso.
- Deberíamos cambiar de tema -dijo rápidamente ELena, dirigiéndose a David- ¿podrías preparar una habitación para Alicia?
- Claro, allá voy.

David comenzó a subir las escaleras, pero una cierta sospecha le hizo mantenerse a la escucha de la conversación.

- ...¿realmente piensas que merece la pena contárselo? Podrías incluso matarle... -Alicia parecía preocupada.
- Es por eso por lo que mantengo el secreto. Yo le amo, y no quiero que me odie por eso. No me gustaría de ninguna forma perderle, y menos ahora. Necesito su apoyo, y de alguna forma necesita mi apoyo.
- Pero, por lo que me enteré, fue casi un suicidio. ¿Crees que tuvo que ver algo con él?
- Axel es malo por naturaleza, aunque ella fuese una zorra. Por algún motivo sería, pero nunca lo sabremos.
- ¿Y si se lo cuento yo pero sin revelar tu secreto?
- Sería demasiado evidente, Alicia. Mejor esperar a saber cómo termina todo esto. Ya se lo contaré.
- ¿Contarme el qué, Elena? -David bajó las escaleras con un tono de enfado en su voz- Creí que me lo habías contado todo...
- David... No quieras saberlo.
- ¿No me lo vas a contar? -David ya gritaba- ¿Cuál es el motivo de tanto secretismo?
- Por favor, David. Déjalo.
- Está bien.

Al decir esto, David salió de la casa. Elena no pudo contenerse y rompió a llorar. Alicia no sabía que hacer, pero consoló rápidamente a Elena y dijo antes de salir por la puerta disparada:

- No te preocupes, lo solucionaré.

Eran las tres de la mañana. Alicia entró en ese oscuro local que tanto le asustaba. Dos hombres hablaban en la barra de fútbol tomándose unas copas, y el camarero servía una copa de Jack Daniel's a David, que se encontraba sentado en la mesa más apartada. Antes de sentarse, Alicia le pidió un Manhattan al camarero, que volvió a la barra a prepararlo.

- No te pongas así -Alicia se sentó al lado de David, que bebía silenciosamente- No creo que a ella le guste que te pongas así.
- Son tantos secretos... Estoy harto.
- ¿Qué piensas sobre todo esto? -preguntó Alicia mientras bebía un poco de la copa que el camarero acababa de traer.
- Yo la quiero, pero todo esto empieza a descontrolarse, y a descontrolarme.
- ¿Quieres saberlo todo?

Hubo un silencio incómodo, sólo roto por los hielos de la copa casi vacía de David.

- Yo puedo contarte todo lo que necesites saber, David.
- ¿Con qué fin?
- Que la ames con todo tu corazón y sin que nada te impida hacerlo de esa manera.
- No sé...
- Simplemente, escucha...


CONTINUARÁ...

lunes, 25 de enero de 2010

7. Todo a su tiempo, pequeña


- ¡Ya ha llegado, Axel! –dijo Soraya

En la puerta del lujoso chalet un mensajero sostenía un paquete junto con una carpeta. Axel bajó las escaleras con una bata de seda roja y negra puesta y con un cigarro encendido en la mano. Al identificar el paquete, un brillo especial apareció en sus ojos.

- Han pasado ya dos semanas –dijo desde las escaleras Axel- ¿Qué parte del “cuanto antes” no habéis comprendido?
- Yo solo soy un simple mensajero, señor –respondió desde la puerta- Firme aquí, y si tiene alguna queja de la tardanza del pedido llame usted al remitente del mismo.

Tras firmar, Axel quitó de las manos el paquete al mensajero, que volvió a la furgoneta mosqueado. Soraya botaba de alegría al lado de Axel, el cual abría el paquete para encontrar dentro dos CDs

- Mis doce pistas con calidad MP3… Siempre deseé tenerlo así…
- Axel, cariño –dijo Soraya- ¿Qué tienes pensado hacer con el?
- Bueno, pequeña –repuso Axel, abrazando de forma tierna a su acompañante- Soy un hombre creado para la vida publica. Querría preguntarte algo, pero ya sabes que no lo hago ni mucho menos para aprovecharme de todo tu poder…
- Lo que sea, Axel –Soraya parecía derretirse ante el contacto de las manos del músico sobre su piel.
- ¿Conoces alguna otra promotora para mi disco? Paso de discutir con los gilipollas de la discográfica donde grabé esto, han tardado demasiado…
- Hablaré con mi manager –dijo Soraya, casi hipnotizada.

Axel tiró de la mano de Soraya y la llevó con una sonrisa picaresca a la habitación. Cuando la joven adivinó las intenciones del músico, se fue corriendo al baño para arreglarse. Durante ese tiempo, Axel tomó su teléfono móvil y le mandó un mensaje de texto a Alicia, el cual decía:

Espérame a las 22.00 en el sitio de siempre. No te preocupes si tardo, llegaré lo antes posible.

Alicia miró su teléfono de nuevo. En el mensaje ponía que la hora de la cita eran las 22.00, pero su reloj marcaba las 23.47. Entonces el descapotable de Axel aparcó al lado. Del coche salió él, con un traje blanco y camisa roja.

- Siento haber tardado. Acababa de recibir por fin mi CD y Soraya se ha puesto muy… rebelde.
- Ya, entiendo- dijo Alicia, mirando a una pareja que se besaba distraídamente.
- ¿Qué te ocurre, cielo? –Axel apoyó sus manos en las caderas de Alicia mientras besaba su cuello- Estás más callada que de costumbre…
- No es nada en especial, lo siento –respondió Alicia, mientras seguía observando a la pareja feliz.
- Venga, no me mientas. ¿Qué ocurre? Cuéntamelo y trataré de ayudarte.
- Axel…
- ¿Si?
- Tú…
- ¿Yo que? –Axel comenzaba a impacientarse, y eso se le notaba en la voz.
- No se si debería siquiera preguntártelo…
- Vamos, joder –gritó Axel, apretando los brazos de Alicia y haciéndola daño. De los ojos de la joven brotaban unas diminutas lágrimas.
- ¿Me quieres, Axel? –balbuceó Alicia antes de echarse a llorar.

La calle no estaba muy transitada, pero las pocas personas que había miraban a la pareja, atraídos por el llanto de Alicia.

- ¿Qué clase de pregunta es esa? –dijo Axel, soltando a la joven- sabes que si, no se por qué te pones así.
- No me lo demuestras.
- ¿Crees que alguien te cuidaría como lo hago yo? ¿Crees que alguien compraría tu mierda sin más? Yo lo hago porque te quiero.
- ¡Eso es mentira! –Gritó Alicia, enfadada- Solo me quieres para que te venda lo que necesitas, es para lo único que me llamas. Para eso y para follar, y yo ya estoy harta.
- ¿Y qué vas a hacer, Alicia? –Repuso Axel, volviendo a colocar las manos en los hombros de la joven- ¿Vas a ir a la Policía a decirles que no te compro drogas y que te utilizo? Vamos, hombre… Ni siquiera tienes pruebas contra mí. Estás a mi merced, pequeña.
- Me equivoqué contigo- dijo Alicia mientras se secaba las lagrimas- Ahora entiendo a Elena. Ha tenido suerte de encontrar alguien que la quiere de verdad…

En ese momento, Axel propinó un bofetón a Alicia. Esta quedó tendida en el suelo, llorando desconsoladamente. El músico se agachó y rebuscó entre los bolsillos de la chaqueta de la joven. De ellos sacó dos bolsas que contenían marihuana y cocaína. Tras guardarlas, volvió al coche y desapareció.
Nadie se atrevía a acercarse a Alicia. Yacía apoyada contra la pared, sentada, sin fuerzas para levantarse. Desde sus empapados ojos podía ver a la poca gente que pasaba. Se percató de la presencia de una figura en la otra acera, que se acercó a ella y se agachó ante sus ojos. Como la luz venía desde arriba no pudo ver la cara de quien se agachaba, pero por su voz y figura pudo adivinar que era un hombre.

- Hola, pequeña –dijo el extraño hombre- Te veo un poco mal…
- Estoy bien, no se preocupe por mi –respondió Alicia, mirando hacia otro lado.
- He de hacerlo. Es más, quise hacerlo desde el principio, pero quien me manda no estaba del todo de acuerdo. Aunque esto –dijo, sacando una cámara digital del bolsillo- vale su peso en oro…
- ¿Quién eres? –preguntó Alicia, mientras se levantaba con ayuda del extraño- ¿Y quién te manda?
- Todo a su tiempo, pequeña. Por ahora, llámame David.